Uno de los símbolos más hermosos por
su variedad de colores y matices, es sin duda el que ofrece la figura
mitológica de Eros o Cupido, según se trate de la mitología griega o romana.
Eros o Cupido, poseen una diferente
genealogía u origen, que denotan la complejidad de las ideas que representa.
Se dice en la mitología, que Eros o
Cupido es hijo de Mercurio y de Venus, aunque también se cuenta que es hijo de
Venus y de Marte. En el primer caso Eros que representa el sentimiento del
amor, nace de la comunicación y de la belleza, más en el segundo caso se le
tiene como hijo de la belleza y poseedor de la fuerza y del carácter feroz del dios
de la guerra.
A Eros o Cupido, se le suele
representar como un niño con alas pequeñas, con un carcax lleno de flechas y en
otras ocasiones dotado de una armadura que sirve para representar la fortaleza
y la invencibilidad del amor genuino.
Ordinariamente se le representa bajo
la figura de un hermoso niño alado, desnudo, de carnes frescas y sonrosadas,
con los ojos vendados, un arco a la espalda, un carcax lleno de flechas en uno
de sus costados y con una antorcha encendida en la mano.
Teodosio, en su teogonía y Gil Giraldi
en su tratado de los Dioses, ofrecían dos orígenes distintos al amor y al
símbolo de Eros o Cupido, pues en un sentido positivo le exponen como hijo de
Venus Urania, en donde este personaje es hijo del cielo y de la tierra,
dispensador de todos los bienes, de todas las alegrías y consuelo para todos
los afligidos como un bálsamo para la tristeza y el dolor. Eros o Cupido es
pues hijo de la ciencia y de la virtud, o sea del conocimiento y de las buenas
acciones.
Desde el enfoque anterior, se
representa a Eros y Cupido como un niño desnudo, lo que representa que el amor
es la infancia o el comienzo que crea todas las cosas, va desnudo para enseñar
que el amor no requiere de telas y trajes finos y elegantes, puesto que se
muestra de modo autentico, no necesita nada de nadie y vale por si mismo, lleva
una venda en los ojos cuya lección es que es inmortal y es capaz de ver más
allá de lo que los ojos muestran, las alas con que va dotado indican que puede
sortear cualquier obstáculo y la antorcha que ilumina todo cuanto toca.
En contraste con lo antes mencionado
el amor también puede tener una significación negativa, pues Eros o Cupido
pueden representar con sus atributos, cualidades dañinas del sentimiento del
amor, siendo estas ultimas derivadas de sus atributos o figuras simbólicas, es
decir, la escasa edad o infantilidad de Eros o Cupido simboliza la ingenuidad y
la inconciencia del personaje que es capaz de hacer mucho daño en su búsqueda
de dominio sobre la persona sujeta a su afecto, la venda representa su
incapacidad de ver los defectos mas graves en la persona que se ama, la
antorcha es capaz de incendiarlo todo y destruir en el animo de controlar y
poseer lo que se ama y finalmente las alas las interpreto como la ligereza con
que el amor puede ir de un lado a otro, cambiar y ser voluble para amar hoy y
dejar de amar mañana.
Todo este conjunto de elementos
simbólicos que hemos enunciado nos ofrece distintos temas para reflexionar en
la importancia que tiene el sentimiento del amor para la vida de los seres
humanos.
Lejos de la sensiblería sentimental
que predomina en la propaganda comercial, y a pesar de que el amor es utilizado
ampliamente como un recurso para obtener lucro o ganancia egoísta, el amor es
un sentimiento muy escaso en las relaciones humanas de la época en que vivimos.
La post modernidad por llamarle así al
siglo XXI, funciona como una extraña mezcla o batido instantáneo, asequible
para el comercio en todo lo relacionado con el amor, pues este sentimiento es
objeto de culto y a la vez de simulación pues lo que predomina en los medios de
comunicación y en buena medida en las relaciones sociales es un clima de tensa
calma, desencuentro, animadversión y al final conflicto.
La Masonería como escuela de moral y
virtud, reconoce en el amor algo más que un sentimiento piadoso, infantil o
platónico, pues nos enseña a cultivarlo en su vertiente mas fraternal,
aprendiendo la capacidad de respetar, tolerar y aceptar a nuestros semejantes,
comprendiendo el móvil de su conducta en atención a su historia personal,
educándonos recíprocamente en el servicio mutuo que podemos brindar a la
Masonería y a la Fraternidad integrada por todos los masones.
Me place terminar este trabajo con las
palabras del sabio filósofo alemán Nietzsche quien decía: “Hay mucha locura en
el amor, pero hay mucha razón en la locura”.
Fraternalmente:
M:.L:.O:. Francisco
Javier Bocanegra Guzmán.
Bibliografía:
Umber Santos, Luis, Diálogos de
Filosofía Masónica, Editorial Herbasa, México.
Liturgia Única del Grado de Aprendiz,
7ma edición, GLER.